La
Leucemia Mieloide Crónica (LMC) fue descrita por primera vez en 1845 por Hughes Bennet, quien mencionó que se
trataba de una enfermedad infecciosa que causaba hipertrofia en hígado y bazo,
hasta provocar la muerte.
Sin
embargo, pocas semanas después, Rudolf
Virchow publicó un caso similar en el que mencionaba que la enfermedad no
era infecciosa y que implicaba un incremento en el número de células
sanguíneas, por lo que acuñó el término de leucemia.
En
1870, Neumann reconoció que las
células leucémicas descritas se originaban en la médula ósea.
Casi
cien años después, en 1960 Nowel y
Hungerford describieron que en este padecimiento existía un cromosoma
anormal que se presentaba en todos los casos de esta leucemia.
Hasta
el año 1973 que Janet Rowley
describió que el cromosoma anormal era provocado por una translocación recíproca
entre los brazos largos de los cromosomas 9 y 22, dándosele el nombre de
cromosoma Philadelphia.
Actualmente se sabe que la LMC es
una enfermedad mieloproliferativa clonal, que se origina en las células
troncales hematopoyéticas (CTH) y que está caracterizada por la presencia del
cromosoma Philadelphia y su producto oncogénico BCR-ABL.
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